lunes, 23 de diciembre de 2013

No insistas...

Que no, joder. Que no insistas en creer en los finales felices cuando las verdaderas historias no terminan.No insistas en que estás bien cuando estás llorando. No insistas en que sigues siendo la misma cuando ni tú misma te reconoces. No insistas en perdonar algo que no tiene perdón. No insistas en querer cambiar a una persona cuando esa persona es como es y punto. No insistas en querer ser la mejor cuando todos somos iguales. No insistas en llamar sociedad a esta puta mierda. No insistas en querer ver el lado bueno de las cosas cuando no lo tienen.

domingo, 22 de diciembre de 2013

A Christmas present


~All I want for Christmas is you~

Era Navidad. Salí a la calle, deseando encontrarlo ahí, pero él no estaba. Lo esperé, tan sólo quería verlo una vez más. Congelada, me senté en un banco. Pasaron los minutos. Las lágrimas caían sobre mis mejillas. ¿Por qué no estaba aquí? Miré el móvil. No, no me había enviado ningún mensaje. Llevaba media hora ahí, sola, muerta de frío, esperándole. Había pasado de mí. Me sentía rota, destrozada, sin ilusión, sin alma, sin nada.
No iba a esperarlo más, así que decidí volver a casa. Cuando me levanté, lo vi llegar, corriendo. Fui hacia él. Le pregunté dónde había estado. No me contestó, sino que me dio la mano y me llevó de vuelta al banco. "¿Estabas llorando?", preguntó. Negué con la cabeza. 
-Siento haber tardado tanto, he tenido problemas. 
Se giró hacia mí con los ojos vidriosos. Le pregunté si estaba bien.
-No, no estoy bien. Me he vuelto loco.
-¿A qué te refieres?
-Loco de amor por ti.
Lo abracé muy fuerte. Le susurré que le quería, y él me dijo lo mismo.
Me miró fijamente a los ojos. Suavemente me retiró el pelo de la cara, mientras la sujetaba con las dos manos. Se me fue acercando lentamente. Cerré los ojos. Nuestras narices se tocaron. Y, finalmente, me besó. Me besó dulcemente.
Miré hacia el cielo y sonreí.
-Gracias. Este ha sido el mejor regalo de Navidad que podía recibir.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Crece, vive, y cambia

Eh, princesa, que las cosas cambian. 
Que ya nada es como antes. 
Que tú has cambiado sin ni siquiera enterarte. 
Que esos dulces ojos verdes ahora van pintados de negro. Esos labios rosados ahora van de rojo intenso. Esa pequeña nariz ahora lleva un aro brillante llamado piercing, igual que el ombligo. Que ese pelo castaño ahora lleva mechas rojas. Esa muñeca va llena de pulseras negras. En el hombro hay un tatuaje; donde antes había esa raspada de haberte caído con la bici, sí. La oreja izquierda ahora tiene tres agujeros en vez de uno, y la derecha lleva una dilatación. Que ya no vistes de rosa chicle ni llevas coletas en el pelo. 
Eh, princesa, que tú has cambiado.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Sólo él

Tengo seis sonrisas, ¿lo sabías? 
La primera es la falsa, cuando estoy triste pero no quiero que se den cuenta.
La segunda es la que dedico por educación.
La tercera, cuando estoy contenta.
La cuarta, cuando alguien me hace reír de verdad.
La quinta, cuando una amiga me abraza. 
Y la sexta... Bueno, la sexta sólo la tengo cuando hablo con él.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Welcome to reality

Abatida, se encerró en el baño, y lloró; lloró como nunca lo había hecho. "¿Por qué es tan difícil...?" pensó. En ese momento, recibió un mensaje de WhatsApp de su psicólogo. 
"¿Te va bien pasarte en media hora? Me has demostrado que eres más frágil de lo que todo el mundo piensa, y eso, aunque no lo creas, es un punto a favor."
Ella, destrozada, se vistió, arregló, se volvió a maquillar, sonrió y salió de casa. En la consulta estaba el psicólogo que la había ayudado a no suicidarse. Le dijo que se sentara, y le tendió un espejo.
-Mírate. Mira esos hermosos ojos azules. Mira ese pelo rubio como el oro. Mira esa nariz chata, y esos labios tan carnosos, perfectos. ¿Por qué te cuesta tanto quererte? Mira esa barriga completamente plana, esos brazos huesudos, y esas costillas y clavícula tan marcada. La bulimia, por culpa de la ansiedad, te está destrozando. Me dijiste que no vomitabas por estar más delgada, sino porque la ansiedad hacía que comieras muchísimo y luego vomitabas involuntariamente, ¿cierto?
-Sí.
-Si intentamos controlar la depresión, se controlará la ansiedad, con ello la bulimia involuntaria, y también los cortes. Cada día te cortas más, cielo. Esto no está bien. Lo que te voy a proponer es muy sencillo, ¿vale?
-Ajá. 
-Te vamos a ingresar en el hospital, en la planta de psiquiatría, pero tranquila, allí te seguiré tratando yo, y no te podrá ver nadie, sólo una enfermera que te asignaremos, la mejor de toda la planta. No te darán ninguna medicación extra, ni controlarán lo que comes, ni si te cortas, nada. Te puedes llevar hasta la cuchilla, aunque yo seguiré mirándote los brazos una vez a la semana, y como no hayan disminuido tus cortes te trataremos como una enferma. Te estoy dando mucha libertad, más de la que te dejarían allí. Pero tienes que prometerme que vas a mejorar.
-Vale.
-¿Quieres algo más?
-QUIERO SER FELIZ.

sábado, 23 de noviembre de 2013

I just need to be normal



La sociedad me considera suicida. Yo me considero una persona fuerte, que ha luchado mucho, pero que ya no podía soportar más el dolor, y, claro, necesitaba sacarlo de su cuerpo de algún modo y decir: "Sólo me arañó el gato". 
Pero esa presión por ser normal, por querer ser feliz, por ocultar lo que en realidad te pasa, por estar más delgada, por llorar a solas, es demasiado grande. 
Después piensas en tu familia, y no quieres hacerles daño, pero tú necesitas esto. Piensas en que, si tu abuela aún siguiera aquí, no estaría nada orgullosa. Piensas en todas las veces que te dijo "Has adelgazado" con decepción, pero también en las que te dijo "Qué bien, parece que has engordado un par de quilos, estás mucho mejor". Luego piensas en tu abuelo, solo, que también se alegra cuando no adelgazas, te felicita por comer más y mejor. En tu hermano, que sabe que lo estás pasando mal, y te dice que te quieras. En tus mejores amigas, que te quieren como nadie, y no soportas poder a llegar a hacerles daño. En la persona que conoces desde que eras enana, y que ahora es tu entrenador, que te da una colleja cuando te ve cortes en la muñeca. Él, por mucho que discutáis a veces, tampoco quieres que sufra. Piensas en todas tus amigas, y empiezas a recordar todos los momentos vividos con ellas.
Culpas a tus padres por obligarte a comer, te culpas a ti por dejar que tu abuela se fuese, culpas a todo el mundo, pero en especial a ti.
Recuerdas esa charla con tu entrenador, en la que te decía que tenías que comer más, porque en ese año habías adelgazado un montón. Recuerdas tu sonrisa en escuchar eso., y su bronca por decir que no querías engordar, sino que querías llegar a los 38. Aunque también recuerdas el brillo en sus ojos, de alegría y de decepción, al saber que confías en él, y que tu felicidad depende mucho de su ayuda.
Pero, al fin y al cabo, ¿qué más da? Entre todas esas personas no te dejarás llegar a tu meta, conseguir lo que quieres: estar delgada, y ser feliz.


domingo, 17 de noviembre de 2013

...


+¿Ves esa chica? Esa que llora en la esquina, que tiene el maquillaje corrido y los ojos rojos; tiene el corazón roto.
-¿Por quién?
+Por un estúpido que le dijo que la quería, pero nunca lo demostró. Y ella se lo creyó, por que estaba ciega.
-¿Y que ha pasado?
+Él deicidio dejarla. Romperle el corazón. Jugar con ella. Le hizo regalos, le dio besos y abrazos, pero nunca amor.
-¿Y porque seguían juntos?
+Porque ella no se daba cuenta, no era capaz de ver el daño que él le hacia.
-¿Acaso no sentía todo el dolor de a quién la persona que ama le falla?
+Lo sentía, pero dejarle ir era mas difícil. Sabia que lo perdería para siempre, y lo necesitaba para vivir. Era su aire, su oxigeno.
-¿Y tu como sabes todo esto?
+Porque el otro día era yo la que estaba en esa esquina llorando por ti.